Suicida

Aun resplandece lánguido el recuerdo que, en un momento inalcanzable, en un instante interminable, en un segundo eterno fuera el sublime pesar de sus sentidos; que en ardientes extravíos marcara la colision de soles y planetas, e hiciera de la existencia presente una sombra de momentos.

Anarkos dijera el poeta, pero su mente, incapaz de suscribirse a tan absurda propuesta, mató el trago del olvido para sumarse a la furia del mundo.

Dejó la vida y se acercó al infinito, se perdió entre zafiros y diamantes y se olvidó de su gloria, mas nunca desapareció ese lánguido recuerdo.

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